viernes, febrero 11, 2005

Miraaaaad ignorantes, que no se devuelve el dinero!

Nunca pude concebir imprudencias de este tenor cuando se trata de escritura. Del mismo modo otras áreas de expresión también se han ganado mi rechazo cuando este hábito se hace presente, especialmente la música y la pintura, que son las ramas más apreciables y despreciables del arte. El problema nace cuando el artista no tiene problemas, cuando el pintor no tiene ni lágrimas, ni alegrías, ni talentos y lo oculta con un ismo minimal. El problema nace cuando el músico de rock, sin nada más que ofrecer al público que una actitud bastarda extraída de los estereotipos londinenses de mediados de los 70, reutilizados en los 90 y ultrautilizados ahora, escupe a quien le da de comer y peina su cerquillo hacia delante, no reconociendo en él otra habilidad que la de un buen imitador. El problema se agrava y agudiza cuando el escritor, vacío de contenidos, desconociendo la realidad y la fantasía que siempre se atreve a fantasear, camufla su ignorancia en juegos de palabras elegantes o al menos inteligentes o por lo menos cursis, que atrapan la atención del lector mediocre que, sin armas para cuestionar la nada que tiene ante sus ojos, cae rendido ante una obra demasiado difícil para comprenderle, elaborada por un loco autor que aún cree en las fantasías eternas del amor y la justicia social. Así también como el oyente, incauto y ansioso de ídolos, asume al rebelde rockstar, inalcanzable e incomparable, como la expresión moderna de una juventud incomprendida, agobiada por un sistema de leyes sociales que no hacen más que coartarles la libertad. Así mismo es como los veedores de cuadros, pseudo intelectuales del arte y amantes de la cultura visual, reconocer el infinito, el miedo a la muerte del pintor, las fantasías eróticas con su hermana y la clara protesta a la cultura de consumo en un punto rojo de dos centímetros sobre un lienzo que alcanza 100 veces su tamaño.
Nada nace de la nada, los escritores lo saben. Millones de años de existencia no sé esencializan en un punto, por más que lo intente, un joven de 20 años nunca va a expresar el mayo francés, porque nada tiene que ver con una actitud retro, y por más que se escriban millones y millones de hojas, llega un momento en que indefectiblemente nos damos cuenta de que están vacías.
Si aquí y ahora me propusiera hacer de esto un libro afrontaría un problema que no avizora solución, ya que no existe en mi espíritu un tema del que hablar que logre excitarme más que la escritura misma, pero claro, mis conocimientos sobre ella se remiten a lo que pueda descubrir en el transcurso de la misma escritura y, sinceramente, de Proust a Tolkien, muy pocos autores quedan que se hagan a si mismos.
En cambio, si mi interés fuera vender un libro, sería tan sencillo como reconocer mi condición de ignorante, asumir que era muy joven para tener una posición en la dictadura, aunque siempre desde un arrepentimiento crónico a la inactividad, y de esa manera llegar a los montones de intelectuales que se cansaron de leer a Rosencof, al ofrecer una dura crítica al sistema de valores de nuestra constitución.
La ética del músico radica en el respeto a sus antecesores, tras la búsqueda de la creación.
La ética del artista visual radica en el respeto al mundo y su representación.
La ética del escritor radica en el respeto al lector. Al tiempo del lector. Y el problema nace cuando van ya muchas líneas y te das cuenta de cómo haces perder el tiempo a quien te lee, sin ofrecerle ninguna conclusión final, y ni siquiera una pregunta que le quite los sueños.
El problema es cuando lees un artículo, un libro o un poema, y te das cuenta que su autor se ha burlado de ti en todo momento haciéndote perder el tiempo y dejándote incluso, con menos de lo que tenías cuando tomaste en tus manos su pensamiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy interesante.
me queda la duda de tu busqueda, si es simplemente un enojo contra algun/os autores en especial, o si la razon es una busqueda indefinida de respuestas que probablemente nunca encuentres.

Anónimo dijo...

Idiotaaaaaaaaaaas