lunes, agosto 15, 2005

Big Crunch

Cómo es sabido, el universo según una de las teorías más fuertemente respaldadas habría tenido su comienzo durante el llamado big bang. 10 millones de años más tarde nacerían las primeras estrellas y se formarían los primeros sistemas alrededor de los cuáles, nuestros jóvenes planetas descubrirían el sol.

Varias primaveras más tarde, algo así como unas 20 mil desde que el hombre pisó por primera vez estas tierras, algo extraño parece estar sucediendo. Como también lo ha demostrado la física moderna, el universo parecería estar en un proceso de expansión, producto de aquella primera “explosión”. Según los científicos, en alrededor de 100 millones de años más, el proceso retomaría su camino inverso, hasta que la temperatura del universo alcanzara numerales imposibles de imaginar y hasta la criptonita más poderosa sería convertida a una uniforme masa ardiente hecha de la materia de planetas, seres vivos, estrellas y todo tipo de objetos provenientes de los rincones más alejados del universo.

Pero he aquí la problemática sobre la cual han tenido que desayunarse los orgullosos relojeros suizos, científicos, militares y una enorme gama de ingenieros y científicos en general. Según parece, así como también se sabe, el tiempo, esta pequeña invención de nuestra conciencia a través de la cual damos forma y medida a nuestros recuerdos, parece estar entrando en franca expansión. Así como el universo, la conocida entropía provoca que el tiempo sea una medida imaginaria correspondiente a los parámetros físicos del universo. Esta, que es la que básicamente se utiliza y se conoce desde que el hombre pisó la tierra, parece estar modificando muy sensiblemente sus características, acompañando la ya establecida expansión del universo.

Si esta teoría se confirma, lo que podría ser ratificado luego de los estudios que los astronautas realizaron dentro del Discovery a 30 mil kms. de distancia, significaría que en lapsos mayores a 38 años –medida necesaria para que el cambio sea perceptible- varios de los artefactos modernos que hoy gobiernan nuestra calidad de vida, se transformarían en chatarra vieja. Este es el caso de los famosos relojes suizos de uranio hechos para dudar toda la vida, los cronómetros y mecánicas temporales de los más de 2 mil 200 satélites que circundan la esfera terrestre, los herméticos artefactos que se utilizan dentro de los laboratorios para la creación de nuevas medicaciones, e incluso, la sofisticada artillería de guerra que convive dentro y fuera de la guerra, programada según ya se ha comprobado, para detonar en determinadas circunstancias físicas o temporales.
Una falla dentro de este tipo de sistemas con apenas milésimas de segundo - +0,034 milésimas cada 5 años significaría un total de 13 segundos de error si tomamos los 2 mil años que lleva el hombre basándose en la misma medida- significaría que millones de persones podrían morir en una simple prueba nuclear. Sólo siete de las más importantes, programadas para fines del 2007 en el conocido desierto de Arizona en los Estados Unidos, donde el ejército realiza sus pruebas a tan sólo 43 km de la población más cercana.